domingo, 17 de noviembre de 2013

Qué vicio el de observar

Fíjese que cuando ríe, brotan dos arrugas que alargan infinitos sus ojos, y también su carcajada.
Fíjese que cuando grita frunce su ceño, y quedan montañas por las que desciende lento su enfado. 
Fíjese que cuando enerva se encienden rojas sus orejas, pero cuando se avergüenza, calla. Calla para no tartamudear, para no escapar sus sentimientos demasiado rápido. Para no derribar su muro. 
Fíjese en él cuando se deja ser él mismo. Cuando llora, cuando confía.
Fíjese que cuando sonríe se le forman unas comillas en cada extremo de su boca.
Y esa, su boca, es mi cita favorita.